Cientos de personas salieron a las calles en distintas ciudades de Texas la noche del lunes para expresar su respaldo a las protestas que sacuden Los Ángeles, en rechazo a las redadas migratorias del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Las manifestaciones, que se desarrollaron principalmente en Austin y Dallas, terminaron con enfrentamientos con la policía, detenciones y uso de gas pimienta, según reportes locales.
En Austin, capital del estado, los manifestantes marcharon hacia las oficinas del ICE, donde fueron interceptados por agentes del Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS) y fuerzas locales.
Las autoridades declararon la movilización como “asamblea ilícita”, lo que derivó en una respuesta con balas de goma y gas irritante.
Varios participantes fueron detenidos, aunque no se ha informado el número exacto.
En Dallas, la protesta también escaló. Cerca de las 22:00 h, la policía comenzó a dispersar a quienes se congregaban con pancartas que exigían el cese de las deportaciones y defendían los derechos de los migrantes.
Algunos de los lemas visibles eran “Nadie es ilegal” y “Fin a las políticas de deportación”.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, respaldó el uso de la fuerza y acusó a los manifestantes de “asaltar a los agentes del orden”.
A través de la red social X, afirmó:
“Se está llevando a cabo un asalto organizado contra los agentes del orden. Es hora de ponerle fin y permitir que las autoridades federales hagan cumplir la ley”.
Mientras tanto, en Los Ángeles, las protestas contra las redadas migratorias de ICE entran en su quinto día consecutivo, con un clima de tensión creciente.
Las movilizaciones han derivado en episodios de violencia, vehículos incendiados y más de un centenar de personas arrestadas.
En una acción sin precedentes en las últimas seis décadas, el presidente de EE.UU. ordenó el despliegue de 2,000 efectivos de la Guardia Nacional en la ciudad, sin contar con la autorización del gobernador de California.
Además, este martes declaró que considera invocar la Ley de Insurrección de 1807, un recurso legal que le permitiría desplegar al Ejército para sofocar las protestas.
Esta medida se considera una de las herramientas de emergencia más severas en el arsenal presidencial y rara vez ha sido utilizada en la historia contemporánea del país.