Aunque los cigarrillos electrónicos fueron promocionados en su origen como una alternativa menos dañina al tabaco, cada vez más estudios advierten sobre sus efectos adversos en la salud.
Investigaciones recientes han encontrado niveles elevados de metales pesados en el vapor de marcas populares de vapeadores, así como daños potenciales al sistema cardiovascular, pulmonar y nervioso.
Expertos en salud advierten que, aunque estos dispositivos no contienen las mismas sustancias que el tabaco tradicional, sí exponen al cuerpo a químicos como formaldehído, acetaldehído, plomo, níquel y antimonio, algunos de ellos relacionados con cáncer, enfermedades cardíacas y daños pulmonares.
El uso frecuente de vapeadores puede provocar inflamación en las vías respiratorias, empeorar el asma y afectar la función pulmonar.
También se ha observado que el vapeo eleva el ritmo cardíaco y la presión arterial, y puede tener implicaciones en la salud bucal.
Además, se advierte que los cigarrillos electrónicos generan dependencia, especialmente entre adolescentes, debido a su alto contenido de nicotina.
Algunos dispositivos ofrecen hasta 20 mil caladas, el equivalente a 100 cajetillas de cigarros, lo que aumenta los riesgos de adicción y complica el proceso de dejar el hábito.
A pesar de las crecientes evidencias, los expertos señalan que la investigación sobre los efectos a largo plazo del vapeo enfrenta desafíos debido a la evolución constante de estos productos y a recortes en programas de salud pública que abordan su regulación y tratamiento.