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07 Jun
07Jun

Estados Unidos ha entrado en una nueva fase de su ya prolongada guerra comercial con China, combinando una nueva oleada de aranceles con gestos de apaciguamiento diplomático, en una estrategia de presión y negociación encabezada por el presidente Donald Trump.

Esta semana, la Casa Blanca duplicó los aranceles sobre el acero y el aluminio, que pasaron del 25 % al 50 %. La medida, activada el miércoles, afecta a importantes exportadores como Canadá, México, Brasil, Corea del Sur, Vietnam y China, este último señalado como uno de los principales responsables del “dumping” de aluminio en el mercado estadounidense.

Según la orden ejecutiva, el incremento busca proteger la seguridad nacional y reforzar la competitividad de la industria estadounidense frente a prácticas comerciales desleales. “No podemos tolerar el problema que estamos afrontando”, declaró Peter Navarro, principal asesor de Trump en comercio, quien responsabilizó directamente a China por inundar el mercado con excedentes.

Tensión diplomática con Pekín... y luego una llamada

La relación con China se volvió a tensar luego de que Trump acusara a Pekín de incumplir el acuerdo alcanzado en mayo en Ginebra, aunque no ofreció detalles. 

Por su parte, el gobierno chino respondió denunciando nuevas restricciones estadounidenses sobre semiconductores y la cancelación de visados para estudiantes chinos.

Sin embargo, el panorama dio un giro el jueves, tras una llamada de hora y media entre Trump y el presidente Xi Jinping, en la que ambos líderes acordaron reanudar el diálogo comercial el próximo lunes en Londres. 

“La reunión debería ir muy bien”, escribió Trump en Truth Social, su plataforma habitual de comunicación.

El encuentro estará encabezado por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el representante comercial, el embajador Jamieson Greer.

Durante la conversación, Trump y Xi también se invitaron mutuamente a visitas oficiales

La última vez que Trump visitó China fue en noviembre de 2017, durante su primer mandato. Xi, por su parte, lo recibió ese mismo año en su residencia de Mar-a-Lago, Florida.

Las tierras raras, pieza clave en el tablero

Uno de los temas centrales del próximo diálogo será el acceso a tierras raras, minerales estratégicos en la fabricación de tecnología avanzada. 

China controla cerca del 70 % del mercado mundial y ha impuesto restricciones de exportación que afectan directamente a EE.UU. y sus aliados.

“El presidente ha sido claro: el tema de las tierras raras será clave”, advirtió Navarro el viernes.

Elon Musk, nuevo crítico de los aranceles

En medio del reajuste diplomático, la política arancelaria también ha generado tensiones dentro del propio entorno político y empresarial de Trump. 

Elon Musk, exaliado del mandatario y CEO de Tesla y X (antes Twitter), advirtió que los nuevos gravámenes podrían provocar una recesión en la segunda mitad del año.

“La ruptura con Musk se consumó esta semana, luego de que el empresario criticara abiertamente el plan fiscal y presupuestario de Trump y se enfrascara en una guerra de declaraciones con el presidente”, señala un funcionario bajo condición de anonimato.

Navarro, sin embargo, minimizó los señalamientos: “A Musk no le gustan los aranceles, punto. 

Podemos tener desacuerdos, pero los que decían que serían inflacionarios o recesivos estaban equivocados en el primer mandato, y lo están ahora”.

Próxima parada: Londres

El lunes en Londres, el diálogo comercial entre Washington y Pekín podría marcar una nueva dirección, ya sea para escalar la confrontación o para dar señales de distensión en una de las rivalidades más determinantes del siglo XXI.

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